lunes, 12 de septiembre de 2016

NOVELA

Al Otro Lado

por Carlos Lozano


Capítulo I
            Caía la tarde a plomo, como mi cansado cuerpo sobre el camastro, después de la jornada de trabajo en la plantación. Por suerte, al día siguiente tenía libre y un compañero me había convencido para que lo acompañara  esa noche a dar una vuelta por la ciudad. Mientras le esperaba, mi imaginación comenzó a volar hacia el mismo lugar en el que venía haciéndolo últimamente. Había pasado ya más de un año desde que llegue a la isla caribeña, el mismo tiempo que no tenía noticias de Guaxara. Recordaba como nos conocimos en El Valvanera, el barco que nos trajo hasta aquí, como me quede impactado nada más verla y los momentos que compartimos durante la travesía... y como la perdí nada más llegar. En teoría, tenía que haber desembarcado en La Habana, pero decidí hacerlo una escala antes, en Santiago, donde lo hizo Guaxara, para no separarme de ella, salvando sin saberlo en ese momento mi vida, ya que el buque naufragó antes de llegar a La Habana y nadie sobrevivió. Tras poner pie en tierra, me indicaron que existía en el mismo puerto una oficina de contratación a la que me dirigí. Me encontré con una larga cola. Al ritmo que avanzaba, era vidente que iba a pasar parte del día en ella antes de ser atendido. Guaxara, me indicó que tenía que dirigirse cuanto antes a una dirección en la que la esperaban para hacerle un contrato de trabajo que traía apalabrado desde Las Palmas. Me dijo que no me preocupara, que en cuanto tuviera resuelto su contrato, regresaría a buscarme. Se marchó. No volví a saber de ella.
            Llegó el compañero. Se llamaba Juan, pero lo conocíamos por Lanzarote, por provenir de la isla de los volcanes. Anduvimos por la ciudad hasta bien entrada la noche, comiendo aquí, bebiendo allá, más bebiendo que comiendo. Con unos cuantos vasos de ron encima, llegamos a un local de la periferia. Una chica de amplia sonrisa y  senos al descubierto nos recibió en la barra. Pedimos ron. El sitio estaba tranquilo. Engullí el ron al ritmo de una bachata que sonaba en el ambiente. Pedimos otro ron. Me percaté de que al fondo de la barra, en una zona a media luz, una chica de rodillas se lo estaba haciendo a un tipo gordo. Al cabo de unos minutos el gordo salió de la zona de penumbra a la par que se subía la bragueta. Limpiándose el sudor de la frente con un pañuelo y con cara de felicidad se dirigió hacia la zona de la barra donde estábamos nosotros.
- ¡No hay nada como que te la chupe una isleña!.- exclamó.
Tras de él, aparecía la chica. Se limpiaba con cuidado algunas gotas de semen de las comisuras de los labios. Dí un respingo y sin pensarlo, me abalancé sobre el tipo lanzando su obeso cuerpo al suelo. Tumbado en el suelo y yo de pie le grité:
- ¡Máldito hijo de perra!
Justo cuando me disponía a golpearlo, Lanzarote me sujeto. El tipo gordo aprovecho para levantarse. El desconcierto reinaba en su cara:
- ¡¿Se puede saber que haces imbécil?! - me dijo, y a continuación dirigiéndose a alguien tras de mi inquirió - ¡Oiga! ¡Este tipejo me ha agredido sin más!.
Miré hacia atrás y un mulato del tamaño de un armario y bien musculado venía hacia mí.. Acto seguido, sin atender al gordo ni al mulato, fui hacia la chica. Estaba impactado por su huesuda cara en la que ni el maquillaje puesto en exceso conseguía disimular unos salidos pómulos y unas profundas cuencas de los ojos, unos ojos tremendamente tristes y apagados.
- ¡Soy yo! ¡¿no me reconoces?! - le dije
- No sé quién eres. No te he visto en mi vida.- me respondió casi sin mirarme.
- ¡¿Cómo que no?! ¡Maldita seas!
- ¡Eh, deja de molestar a Rebeca! ¡Deja de molestarnos! - intervino la chica de la barra.
- ¡¿Rebeca?! ¡Qué...
No pude decir nada más, ya tenía el mulato del tamaño de armario encima. Me lanzó un golpe que esquivé a duras penas, Lanzarote tiró de mi, soltó unos pesos sobre el mostrador y salimos a la carrera. Justo antes de abandonar el local, aún tuve todavía tiempo para volverme y reencontrarme de nuevo con su mirada, una mirada en la que  en lo más profundo de la misma pude llegar a ver un reclamo de auxilio. Cuando salimos y nos alejamos del local, Lanzarote atónito no daba crédito a lo sucedido
- ¿Se puede saber que te ha pasado?
- Es ella ¡Es ella!
-¿Quién?
- ¡Guaxara!

 continuará....


El Valvanera.
Inicio De Un Sueño
por
Carlos Lozano


            Nunca podré olvidar aquel 17 de agosto de 1919 cuando vi por fin aparecer a El Valvanera, con sus 131,9 metros de eslora y sus ocho mil toneladas, haciendo su entrada en el puerto de Las Palmas de Gran Canaria. Aquel moderno y rápido vapor de dos hélices, de Pinillos e Izquierdo, no era sólo en esos instantes para mí,  un fenomenal buque de pasajeros, sino sobre todo, el medio con el que iba a llevar a cabo la realización de un sueño.

            El Valvanera había iniciado su travesía días atrás en Barcelona, con escalas en Málaga y Cádiz, donde había recogido pasajeros y partidas de frutos secos, vino y aceitunas. En Las Palmas, le esperábamos para embarcar más de doscientas personas. Junto a mí, para despedirme, estaban mis padres y mi querida hermana. A pesar de las ganas que tenía por iniciar mi aventura, la despedida fue dura. Mi madre y mi hermana no paraban de llorar y de abrazarme y mi padre no dejaba de darme consejos, y los tres me pedían ansiosamente que les escribiera en cuanto llegara. Alrededor nuestro, escenas similares se repetían, aunque en muchos casos, eran familias enteras a las que se les veía embarcar.

            Tras repostar y recoger a los nuevos pasajeros, el Valvanera puso rumbo a alta mar, cargado de sueños e ilusiones y dejando,  tras de sí, vidas desesperadas. Lo primero que hice en el barco fue asomarme por la cubierta de popa. Desde allí, contemple  La Isleta. Dejaba mi isla, mi barrio, mi familia, mi infancia, mi escuela...

            Hacía cuatro años que había terminado la escuela y desde entonces me había dedicado a buscar trabajo para ayudar a la familia. El salario de mi padre no daba para mucho y había que ayudar. Pero el trabajo escaseaba, éramos muchos los jóvenes que lo buscábamos. La economía, en general, en las islas estaba mal. A la par, eran constantes las noticias que llegaban desde el otro lado del océano sobre las posibilidades de conseguir un trabajo bien pagado allí. Así que le conté a mi familia mi deseo de marcharme, iría a Cuba, tenía un fuerte pálpito, mi plan sería trabajar durante unos años en la isla caribeña hasta conseguir el dinero suficiente para regresar y poder darle una vida cómoda a mi familia.

            Y así, allí estaba, en la popa del Valvanera, viendo como mi querida  Gran Canaria se deshacía en el horizonte igual que las dos lágrimas que me recorrían las mejillas.

             Me di la vuelta, me sequé la cara y dirigí mi mirada a la inmensidad del Atlántico. Recuperé las ganas y la ilusión. La aventura empezaba. Tras dos escalas en Tenerife y La Palma, donde se recogió al resto del pasaje, el buque puso rumbo con más de 1200  personas a bordo a San Juan de Puerto Rico, primera escala en el continente americano.

            La travesía duró catorce días. Los dos primeros los pasé tumbado en la litera con un fuerte mareo, por suerte, al tercer día se me quitó. El tiempo fue bastante bueno durante todo el trayecto. Una cosa que me llamo la atención del barco durante el viaje era que, cada día que pasaba, se escoraba más a estribor y este hecho no sólo fue una apreciación mía, ya que se  empezó  a comentar con cierta preocupación entre los pasajeros. La gente que viajaba eran casi todos emigrantes; había estancieros, vendedores de frutos del país, artesanos ligados a la construcción, bodegueros, agricultores, etc.

            A mitad de travesía, me sucedió un hecho que luego tendría gran trascendencia en mi vida.  Estaba paseando por la cubierta cuando empecé a oír una dulce voz que entonaba una conocida décima guanchera que decía así:

Para la Habana me voy,
              madre, a comer plátanos fritos,
que los pobres de aquí,
   son esclavos de los ricos.

Llegué hasta quien cantaba y entonces vi que se trataba de una hermosa y bella joven, más o menos de mi edad, de la que me quedé prendado al instante. Tenía un cabello espeso y moreno que le caía coquétamente en forma de rizos sobre los hombros y unos ojos grandes del color de la miel. Entablé conversación con ella lo mejor que supe. Me contó que viajaba sola y que iba a Santiago de Cuba con la promesa de un contrato de trabajo. Yo le comenté que también viajaba sólo, pero que  iba a la Habana. El resto del viaje lo pasé intentando estar el máximo tiempo posible junto a ella, junto a Guaxara.

            A primera hora de la mañana del día catorce se divisaron las costas americanas. Tras escala en Puerto Rico, nos dirigimos a Santiago de Cuba. Esto, en teoría, suponía tener que despedirme, posiblemente para siempre, de Guaxara. Y digo en teoría porque sucedió lo siguiente. Acompañe a Guaxara a tierra. Nos fundimos en un abrazo para despedirnos que me erizo la piel. Fue un abrazo tan intenso que sentí que algo me decía que no debía separarme de ella. No obstante, di media vuelta y empecé a subir al barco. Entonces me llamo de nuevo la atención la inclinación del navío. No sé si fue otro pálpito, el deseo de no separarme de Guaxara o el estado del buque, pero lo cierto es que recogí mi maleta  y  baje a tierra. Curiosamente, al igual que yo,  la mayoría de los pasajeros abandonaban el barco, aunque a muchos de ellos les había escuchado decir que su destino era La Habana. Lo que, en esos momentos, no sabíamos, ni yo ni los pasajeros que dejamos el barco, es que estábamos salvando nuestras vidas.

            Días más tarde, saltó la noticia. La noche del 9 al 10 de septiembre El Valvanera sorprendido por un fuerte huracán naufragó justo antes de llegar a La Habana, el viento lo empujó sobre un bajo arenoso en Half Moon Shoal. Al embarrancar volcó sobre el costado de estribor. No sobrevivió ninguna de las 488 personas que aún viajaban a bordo.  Lo que más desee en ese momento era que la carta que había escrito a mi llegada a mi familia les llegara cuanto antes, para que supieran que estaba bien. Unas semanas más tarde recibí una carta de mis padres en el que me expresaban su gran alegría y la angustia que pasaron hasta que tuvieron noticias mías.

Epílogo

            En Cuba, conseguí trabajo en las plantaciones de tabaco, con el tiempo pude llegar a tener tierras propias y a hacer unas inversiones que me resultaron muy rentables. Esto me permitió poder enviar dinero regularmente a mi familia y mejorarle su vida.  Guaxara se convirtió en mi mujer, tuve tres hijos con ella, dos chicos y una chica. Nos quedamos a  vivir para siempre en Cuba. Nos enganchó El Caribe con sus paisajes, colores, aromas y gentes. En la actualidad varios de nuestros nietos viven en Las Palmas de Gran Canaria.

NOTA DEL AUTOR

        Ciertamente, El Valvanera existió, y todos los datos que se muestran sobre las características de este buque, escalas que realizaba o tiempo que tardaba en realizar  la travesía transoceánica, entre otros, son reales. También es un hecho histórico que El Valvanera naufragó en la fecha indicada, justo antes de llegar a La Habana. Las crónicas del momento señalan que, dentro de la desgracia, afortunadamente la mayoría del pasaje dejó el barco en Santiago de Cuba, aunque algunos tuvieran inicialmente como destino final La Habana.

            A lo largo de la historia han sido varias las oleadas migratorias producidas entre ambos lados del océano. De hecho, desde Canarias la emigración no ha sido tanto hacia la Península o Europa, sino que ha existido una fuerte tradición de emigrar hacia el continente Americano, sobre todo a países como Cuba o Venezuela. Las razones migratorias, como suele ser habitual, han sido las de mejorar las condiciones de vida, pero también fueron en algún momento, las de buscar un lugar donde llevar a cabo inversiones. Últimamente, la dirección migratoria se produce, sobre todo, desde El Caribe hacia Canarias. Muchos cubanos que residen actualmente en Canarias son descendientes de Canarios que emigraron en su momento hacia la isla caribeña. Hoy día, vivir en Las Palmas conlleva el privilegio de tener amigos cubanos.


                                                                                                                  Foto internet


miércoles, 24 de septiembre de 2014


BIOGRAFIA

               Carlos F. Lozano Martín (Granada, 1966).  Doctor en Biología por la Universidad de Granada. Trabajó como Investigador Científico en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC, Granada) y en la  Universidad de Cardiff (Reino Unido) realizando más de 50 publicaciones científicas.
            En 2001 se traslada a Las Palmas GC, donde vive actualmente. Aparte de las Ciencias siempre ha sentido un gran interés por las Artes, lo que le llevó a contactar con el pintor gran canario Brendan Baeza Stanicic, y a integrarse en el Taller de Poesía “Dulce Mª Loynaz”, coordinado por el poeta cubano Juan Francisco González. Tiene varios poemas publicados y ha participado en dos exposiciones de pintura en Las Palmas. Ha sido invitado ha exponer en la Galería de Arte Artifact de Nueva York.









PUBLICACIONES

Una isla dentro, Poemario colectivo. Cuadernos La Gueldera. 2014
15 poemas a La Tierra. Homenaje a César Manrique, Poemario colectivo. Ameno Ediciones. 2014
Versos desde el corazón. Poemario colectivo. Diversidad Literaria. 2015
Versos en el Aire. Poemario colectivo. Diversidad Literaria. 2015
La Isla de las Palabras Perdidas. Centro de Estudios Poéticos. 2015
Tragedias Poéticas. Diversidad Literaria. 2015

EXPOSICIONES

Exposición colectiva de pintura en el marco del V Festival Atlántico de Poesía. Museo Poeta Domingo Rivero. Las Palmas G.C. 2015 

Exposición colectiva de pintura en el marco del VI Festival Atlántico de Poesía. Centro Cultural P. Dámaso. Las Palmas G.C. 2016











PREMIOS

Certamen de Poesía "15 Poemas a la Tierra. Homenaje a C. Manrique". Poema seleccionado. 2014
I Concurso de Poesía "Versos desde el Corazón". Poema seleccionado. 2014.
IV Concurso de Poesía "Versos en el Aire". Poema seleccionado. 2015.
Certamen de Poesía "La isla de las Palabras Perdidas". Poema seleccionado. 2015.
I Concurso de Poesía "Tragedias Poéticas". Poema seleccionado. 2015


martes, 20 de mayo de 2014

CUADROS AL OLEO




Carrera del Darro (Granada)
Óleo sobre lienzo 80x60



Islas Canarias
Óleo sobre lienzo 80x60



Bosque

Óleo sobre lienzo 80x60



Marina 1


 Óleo sobre lienzo 65x50
Marina 2
Oleo sobre lienzo 65x50


Bella
Óleo sobre lienzo 65x75

Pueblo
Óleo sobre lienzo 60x50



Alba
 Óleo sobre lienzo de 75x55



                                                                   Paisaje canario
Óleo sobre lienzo de 65x50

sábado, 26 de abril de 2014

ENSAYO

A propósito del 8 de marzo

Hoy es 8 de marzo, día internacional de la mujer, como todo el mundo sabe. Desde que me he levantado esta mañana no he parado de oír noticias al respecto en los medios, mensajes referidos en las redes sociales, felicitaciones a las mujeres en los whasap, se van a realizar manifestaciones en todas las ciudades, etc.  Todo esto me lleva a una reflexión, que es la misma que me hago cuando se anuncia, por ejemplo, que varios artistas se reúnen para hacer un concierto contra la violencia de género o actos similares. La reflexión o, más bien, la pregunta que me hago es ¿realmente todo esto sirve para algo?.
Cuidado, que no digo que no esté bien, que me parece genial que hoy nos vistamos muchos de violeta, y que la sociedad se manifieste y muestre su rechazo a la desigualdad y a la violencia machista y que se hagan todos los actos públicos necesarios y que se quieran al respecto. Y que seguramente muchos piensen, respondiendo a la pregunta, que todo esto sirve para mucho, y que es importante mostrar disconformidad para con ello conseguir que se produzcan cambios hacia una mayor igualdad entre mujeres y hombres, disminución de la brecha salarial, etc.  
Lo que digo, frente a esto, y estoy convencido de ello, es que los cambios sociales, la verdadera forma de que una sociedad cambie es a través de la educación. ¿Volvemos otra vez a lo mismo?, pues sí, así es. Una sociedad será de una u otra manera en base a la educación de los individuos que la conforman. Por tanto, si queremos que se acabe con la desigualdad y la violencia de género tendremos que educar bien, y con educar bien, no me refiero  a ese planteamiento visceral, como ha indicado algún conocido juez,  de saber domesticar bien a los hijos, sino a desarrollar una educación de calidad, esto es, basada sobre todo en enseñarle al individuo a pensar por si mismo, a reflexionar sobre sus actos, a adquirir valores, y a tener una actitud de mutuo beneficio individual y colectiva.
El maltratador no dejará de darle una paliza a su mujer  una noche porque dos calles más allá de su casa haya un concierto contra la violencia machista esa misma noche. Otra cosa es que su formación, por su educación entienda que esa forma de proceder es  propia de un salvaje falto de raciocinio. Esta idea, basada en la educación no es para nada original, ya hace varios miles de años Sócrates la ponía de manifiesto en su teoría del Intelectualismo Moral. Según el filósofo el delincuente actúa así por ignorancia, es un ignorante y, por tanto, no hay que meterlo en la cárcel sino en la escuela y al educarlo ya no delinquirá.

En consecuencia, los actos de hoy me dejan una sensación incompleta, un hueco vacio, la misma sensación, el mismo hueco que se me quedó cuando deje la escuela.


LA METAMORFOSIS

Vuelvo a leer La Metamorfosis de Frankz Kafka cuyo contenido sigue siendo de máxima actualidad. Kafka describe la desoladora realidad del hombre post-industrial de principios del siglo XX. Las máquinas modernas realizan gran parte del trabajo,  pero el ser humano lejos de liberarse se aliena,  se pasa del taller a la fábrica, del trabajo artesanal a la producción en serie, la sociedad se transforma, los individuos le pierden el sentido a la vida y se sienten bichos raros.
En las últimas décadas la aparición de las nuevas tecnologías como la telefonía móvil o internet han incrementado las comunicaciones o el acceso a la información hasta el punto de producir una nueva transformación social. Estos nuevos avances tampoco han venido a mejorar la forma de vida de las personas en lo fundamental. Son muchos los que tienen que llevar a cabo trabajos con los que no se sienten realizados. Las empresas y los bancos se han convertido en los propietarios sociales y utilizan las nuevas tecnologías  para un mayor control. Trabajar y consumir son los grandes dogmas actuales.
En este contexto, el ser humano del siglo XXI no es de extrañar que se despierte un día y se vea como una cucaracha que, como en el relato de Kafka, se le alimenta lo justo para que intente sobrevivir. Situación difícil de mantener y con final bastante previsible. No en vano el estrés, las enfermedades cardiovasculares o el cáncer, tienen una incidencia mayor cada día. Dónde están los avances biotecnológicos aquí.

El ser humano debe detenerse y reflexionar. Tiene que volver a sufrir una metamorfosis, pero esta vez de insecto a humano. Volver a recuperar sus valores, desarrollar sus habilidades artísticas y construir una sociedad donde la tecnología este al servicio de la humanidad y no al revés. Una sociedad donde exista el reparto justo del trabajo y de la riqueza, una sociedad en definitiva, donde el hombre se sienta hombre.     


Entomología(1)  Social

Será por deformación de entomólogo, pero cuando salgo a la calle lo que  más veo en nuestra sociedad son insectos. Observo como muchas hormigas y abejas obreras se dirigen a sus puestos de trabajo. También son muchas las cucarachas que van a su anodino trabajo. En los bancos, sin embargo, predominan los dípteros(2) chupa-sangre. En algunos cargos encontrar de nuevo a abejas, pero esta vez de la casta de los zánganos, junto a avispas parásitas y escarabajos carroñeros. Y el problema es que todos ellos se han convertido en una plaga para la sociedad. Otro grupo social que aparece es el de las moscas, les encantan las miserias de los demás para alimentarse.
Por suerte también veo en la sociedad a mariposas que, frente a lo que dice el pareado, van a la escuela. Ellas saben lo importante que es una buena educación para construir una sociedad mejor y solidaria. De esto deberían darse cuenta muchos que utilizan la educación como herramienta para sus intereses particulares a cambio de deteriorarla todo lo que sea necesario y sin mayor pudor.
Y qué decir de los escolítidos(3), auténticos artistas en la talla de la madera, o las polillas artesanas de la seda. Una sociedad sin arte es una sociedad vacía de valores. Estos insectos son minoritarios y se les considera poco productivos por lo que no están muy bien considerados.
En fin, que cuando salgo a la calle veo insectos, sobre todo insectos,  lo que no es de extrañar, ya que de hecho, vivimos en su planeta.
__________
(1)    Entomología: Ciencia que se dedica al estudio  de los insectos.
(2)    Dípteros: Grupo al que pertenecen los mosquitos
(3)    Escolítidos: Escarabajos fitófagos que realizan galerías en leñas, troncos y ramas de algunos árboles 



La desigualdad social, ¿genética o política?


En el siglo XVIII, la clase social burguesa consiguió acceder al poder fundamentalmente gracias a sus ideales revolucionarios de igualdad. Sin embargo, la sociedad mercantil generada en el mundo occidental, desde entonces y hasta nuestros días, es claramente una sociedad desigual, de ricos y pobres, de empresarios y trabajadores, de patronos y jornaleros, en definitiva, de dominantes y dominados. La clase burguesa en el poder ha venido históricamente dando la respuesta, por no decir defensa, a esta contradicción en base a una ciencia,  la biología.

Existe una teoría denominada determinismo biológico que justifica científicamente que las diferencias sociales entre individuos se deben a razones biológicas. De acuerdo con ella, los pobres son pobres porque genéticamente son menos inteligentes. Con esta teoría, también se ha querido dar explicación a las diferencias socioeconómicas entre razas, sexos, o por qué hay individuos agresivos que perturban el orden social.

El determinismo biológico ha sido defendido por importantes científicos, laureados con el premio Nóbel, y lo que plantea está bastante arraigado en el pensamiento actual. No se puede aspirar a vivir en un mundo de igualdad porque la desigualdad está en nuestra naturaleza, la llevamos en los genes. Quizá no vivamos en el mejor de los mundos imaginables, pero si en el mejor de los posibles.

La realidad es que el determinismo biológico carece de toda base científica, estando los estudios o ensayos que se han realizado en relación al mismo, sesgados o mal planteados. Frente al determinismo biológico, cabe pensar que las desigualdades existentes son inherentes a las políticas de las sociedades mercantilistas e industriales, y que, de hecho, la propia eficiencia de estas sociedades depende precisamente de tales desigualdades. Por tanto, cambiando las políticas con las que se gestionan la sociedad se podría alcanzar una sociedad igualitaria. Pero, claro es, este planteamiento implica la necesidad de una revolución, otra revolución, que realmente diera satisfacción a la aspiración humana de una sociedad de igualdad entre los individuos.

CUENTOS



EL COMIENZO


            Estoy feliz, muy feliz, extremadamente feliz. Mi cuerpo flota plácidamente. Estoy muy calentito. Me acompaña constantemente una música rítmica  que me da seguridad y con la que a ratos me quedo dormido. Cuando me despierto me suele gustar estirar un poco las piernas, dar pataditas. ¡Qué feliz estoy!… Un momento, qué sucede, he dejado de flotar, no hay liquido a mi alrededor y siento mucha presión sobre mi cuerpo, unas paredes me aplastan, no me gusta, esto es nuevo, cada vez la presión es mayor.  Parece que cesa la presión, sí, sí, desaparece, ¡uf!, menos mal. ¿Y el líquido?, ha desaparecido, dónde ha ido a parar, no floto, estoy apoyado sobre las paredes que antes me presionaban. No me gusta esto, antes estaba mejor. Bueno tendré que acostumbrarme. ¡Oh, no!, las paredes empiezan a presionarme de nuevo, y esta vez con más fuerza, es peor que antes, se puede saber qué está pasando hoy. Las paredes me aplastan más y más, me empujan. Tengo mucha presión en la cabeza, es muy intensa,  no lo voy a resistir, es demasiado fuerte, me va a estallar, es un dolor insoportable, ¡voy a morir!.
            Ha desaparecido la presión, sí ha desaparecido, pero hace mucho frío, estoy tiritando, no escucho la música de siempre, sino muchos ruidos, y qué me pasa, me asfixio, ¡ay! he recibido un golpe muy fuerte y oigo un grito estridente, lo estoy haciendo yo, sí yo, sale de mi boca y ha desaparecido la asfixia.  Tengo envuelta la piel en una tela y estoy apoyado en un cuerpo blandito, vuelvo a sentir la música rítmica pero lejana. Me duele la barriga. Del cuerpo se me ha metido en la boca un tubito, instintivamente lo he apretado y ha salido un líquido dulce. El dolor ha desaparecido. Este líquido debe servir para el dolor de barriga. Se me ha quitado el frío, vuelvo a estar calentito, me gusta estar pegado a este cuerpo blandito y con tubitos. Es como yo, pero en grande, muy grande, sus manos me acarician, vuelvo a ser feliz, muy feliz.

            La experiencia de hoy ha sido muy desagradable, espero no tener que volver a vivirla nunca jamás. Oigo que el cuerpo grande también emite ruidos por la boca como yo. Está diciendo “es un niño y se llamará Daniel”.   



CUENTO EN SEPIA

Leonor tenía el corazón encogido y la mirada fija en aquel portal, el número 14 de la calle Poeta Juan Francisco González. Tras varios minutos, se abrió la puerta, era Andrés. Iba como siempre, trajeado,  sin una arruga, con los zapatos nuevos y en el pelo la cantidad de exacta de gomina. La vio, y se dirigió hacia ella. Mientras se acercaba, su radiante sonrisa,  sus grandes ojos verdes y la fragancia de su perfume envolvió a Leonor.

-          ¡Qué Sorpresa! ¿Has venido a buscarme?
-           Sí - susurro llena de placer.
-          ¡Cuánto me alegro! – él la miraba, al tiempo que la abrazaba con una mano y con otra acariciaba su rostro. 
-          Pensé que te gustaría –  entonces él la besó.
-          ¡Vámonos a celebrarlo!
-          Celebrar  ¿qué?  
-          Que acabo de hacer una buena venta en este edificio. Y, sobre todo, que estás aquí. Vayamos a cenar a un restaurante.

Se preguntaba Leonor por qué después de los años compartidos, la vida no había continuado así de fácil, cuando vio salir a Andrés del portal y dirigirse en dirección opuesta. Iba  trajeado, con alguna arruga, los zapatos usados y ciertas canas entre la gomina.  Mantenía su radiante sonrisa con la que encantaba a la mujer, que iba a su lado.



EL CIRUJANO


            El Dr. Lara no tenía amigos en el hospital, sus relaciones se limitaban a los cuatro adláteres lameculos que lo rodeaban. Su mayor enemigo era el jefe del otro departamento de cirugía. Se dice que se les vieron rodar por los pasillos del hospital enzarzados en una pelea como chiquillos de colegio,  por la disputa de la jefatura del departamento. El director del hospital decidió separar el departamento de cirugía en dos.
El jefe del otro departamento de cirugía lo llevaba muy bien organizado, se cumplían estrictamente los horarios, las historias clínicas estaban al día, los quirófanos se programaban con suficiente tiempo. El departamento del Dr. Lara era un desastre. Tenían fama las partidas de mus que organizaba con sus hombres en la sala de sesiones clínicas. Se rumoreaba que en aquellas timbas el whisky y la cocaína corrían sin pudor.
En realidad el Dr. Lara se sentía sólo. Estaba casado con una violonchelista de cierta fama que se pasaba la mayor parte del tiempo haciendo giras. Tenía dos hijas, a ninguna le gustaba la medicina. Llevaba encima la frustración del hijo que nunca tuvo para haber continuado la saga familiar de cirujanos.  La soledad la combatía viviendo prácticamente en el hospital y con visitas al club nocturno donde saciaba sus instintos masculinos y relajaba las tensiones del quirófano en cuerpos femeninos voluptuosos y perfumados. Para esta tarea también tenía a su fiel y enamorada secretaria. En ocasiones la llamaba a su despacho y le hacía el amor como si de una intervención quirúrgica se tratara. Le pedía que se desnudara de cintura para abajo y que se tumbara en la camilla. A continuación, él introducía su erguido bisturí de carne en la incisión de su entrepierna. Después de varios minutos de placer propio, se retiraba y le requería que se vistiera. De vuelta al escritorio, le volvía a hablar de usted y le encargaba cualquier cuestión de trabajo como que trajera algún informe de alta o algunas historias clínicas.
Pasaron los años, el Dr. Lara se jubiló. Cuando llegó a casa, estaba habitada por una vieja llena de artrosis que no podía tocar el violonchelo y que apenas conocía. No quería ya conocerla, le daba miedo lo que podría descubrir. Se fue a vivir con su secretaría. Sólo le dio tiempo a asistir a un par de homenajes que le hicieron antiguos amigos de sitios lejanos.

Hace algunos años, tuve una grave dolencia. Los médicos me dieron por perdido. El Dr. Lara se hizo cargo de mi caso, vio una posibilidad y me intervino. Aquel cirujano con fama de borrachín, cocainómano y mujeriego me salvo la vida. Descanse en paz.   




EL POETA SIN INSPIRACIÓN

Los miembros del club de Poesía “Siglo XIX” se reunían todos los viernes, a la hora del te, en una de las salas del hotel Londres. Compartían pensamientos, ideas, sentimientos, a través de sus poemas. No faltaban las críticas. Paradojicamente los poemas de más calidad eran los que recibían los comentarios más despiadados. La envidia de no haber sido el autor de ese poema, motivaba esta situación. Ellos lo sabían, y así, aunque el criticado aparentaba indignación, en realidad sentía la satisfacción del éxito. Cuando un poema recibía la aprobación general sin más, su autor tomaba conciencia de la mediocridad del mismo. Interesante era la palabra maldita, la más odiada en aquella sala que se podía oír para calificar a un poema.
Era norma que cada poeta acudiera a la reunión semanal, con dos o tres poemas propios. Después de varios años actuando de esta manera, un viernes, sucedió algo inaudito. Para sorpresa de todos, llegado el turno a uno de los poetas, este hizo saber que no tenía ningún poema. La inspiración le había abandonado y, por más que lo intentó, no había conseguido hilvanar un par de versos seguidos. La situación se prolongó a la semana siguiente, y a la otra,  y a la otra. El resto de los poetas tomaron una determinación: la expulsión. Le invitaron a salir de la sala haciéndole un pasillo hasta la salida. Al tiempo que lo atravesaba hacia la puerta, recibió insultos y escupitajos. Humillado y cabizbajo  abandonó el lugar.
Días más tarde, el poeta sin inspiración apareció muerto en su casa, sobre su mesa de trabajo. La prensa local se hizo eco de la noticia. Indicaba que se trataba de un suicidio. Su mano rígida apretaba un papel. El contenido de la misma también aparecía publicado. Los poetas del “Siglo XIX” observaron con estupor que no se trataba de una simple nota de despedida, sino del poema más bello jamás leído.

POEMAS

VIDA SOCIAL

Esta tarde
han venido 
la lluvia y los petirrojos
y, a ratos, un tímido sol.
He sacado
mi mejor porcelana
para tomar café con ellos.
Me gusta
la vida social.
Sólo echo la siesta
si viene
a visitarme alguien.




SONETO

Desde lo más alto, aquí me encuentro
a una cruz de pies y mano clavado,
en andas y de flores adornado,
saetas me cantan desde su adentro.
Nadie se pone a pensar que no quiero,
con esta herida abierta en mi costado,
que me lleven de aquí para otro lado
sino bajarme de este vil madero.
Mi lugar es estar entre la gente,
no merezco el centro ni el altar,
mas bien ser el ultimo penitente.
No quiero cada año resucitar
ni ascender a una gloria inexistente

porque más que un dios, solo soy un mortal
ROMANCE DE LA MORILLA

 ¡Ay, la más linda morilla!
que va a la fuente a por agua,
hasta la "Torre  la Vela"
se inclina cuando ella pasa.
De la fuente de la Bicha
con el cántaro a la espalda
por la Carrera del Darro
al mismo pie de la Alhambra,
lleva sus rizos morenos
bailando sobre su cara
y debajo de las cejas
por ojos, dos esmeraldas.
Cuanto daría ¡ay madre!
si con ellos me mirara,
que daría cuanto tengo
para que fuera mi amada.
Sus caderas son perfectas,
¡las mueve con tanta gracia!
que van perfumando el aire
de una exquisita fragancia
de almizcle y de azahar
de artemisa de montaña.
Por la noche soñaré
con su piel tan bronceada,
le contaré a la luna
que la quiero con el alma.
Iré a verla de nuevo,
la esperaré en "Birrambla",
me acercaré dulcemente
con ramo de flores blancas
como blanca es su pureza
y la luz que la acompaña.
Viene por el Zacatín,
al fondo Sierra Nevada,
está más bella que nunca
camina como las hadas.
Cuánto la amo le diré
que me despierto al alba
con el único pensar
de venir a contemplarla,
que le daré cuanto tengo,
mi vida, si hiciera falta
como entregó Boabdil
entera toda Granada.

Invierno
Decidió
aquel invierno,
regalarnos unas calles
en blanco y negro,
por las que pasear
y llenar de cálidas caricias.
Decidió
aquel  invierno,
abrigarnos de nieve,
de una nieve
que con el tiempo
nos abandonó.
Siguió a un sol descolorido
que fue deshaciendo
aquel recuerdo de ti
y del que sólo me queda
un trozo de hielo
entre mis manos.

Aquel instante
el tiempo lo ha dilatado,
en páginas de vida
sobre las que he derramado,
cada día,
la tinta de la ternura,
para con mano enamorada,
la pluma del deseo y
la caligrafía de la comprensión,
escribir una historia,
al igual que este poema,
sólo para ti.



Una inquieta flor
se ha asomado al invierno.
Su intenso olor
 me trae recuerdos
de mi ciudad natal
en los que el perfume de la noche
cubría con torpeza
los anhelos.
Absorto,
su ingenuidad
me llena de tristeza.
Estará marchita,
aunque no lo sepa,
antes de la primavera.


Entre voces,

más allá de los pupitres,
una mirada
vestida de traje,
observa.
Adornada de arrugas,
su triste sonrisa
le envuelve
de recuerdos
Sentado frente a la calma,
el huerto  destrozado
y la palmera malherida,
impiden el olvido
de la tormenta.

Anónima
Cuando nos cruzamos,
miras.
Una mirada
buscas,
que diga:
no estás sola.
Imagino
una casa deshabitada,
conocidos extraños
amigos anónimos
Café solo
La puerta se abre.
Tomamos un café en la distancia.
El vapor de la máquina
diverge destinos,
irrita los sentidos
el estruendo.
La estela
del amargo sabor,
invade el paladar.
Se cierra la puerta.

Llueve
Nos encierra la lluvia
que encuentro  en tu piel.
En cada pliegue
puedo escuchar
tu sonrisa.
Momento a momento
muestras el camino
con olor
a tierra mojada.

Nostalgia
Se nubla la tarde
entre los helechos
y trae con el gris,
el cuerpo desnudo
que hace un tiempo,
vestía con mis brazos


Reflejo erótico
Sensual,
te asomas.
Su mirada
te desnuda lentamente.
Sientes las caricias
del húmedo pincel
Se apodera con calma
de las luces y las sombras
de tu piel.
Te va haciendo,
poco a poco,
suya.
Quedas a la deriva.
Alcanzas
un éxtasis
de olores y colores
que te arrastra
hasta el lienzo.
Exhausta de placer,
contemplas
en tu figura
el reflejo erótico del amor.

De forma inesperada
tu rostro se ha llenado
de palabras
que nunca mencionaste.
Me lanzan a un abismo,
lejos de ti,
donde me espera
una casa vacía
y el hueco de una cama
aun caliente por tu cuerpo.

La noche, 
huérfana,
se convierte en compañera,
rompe la soledad
y me acoge
en un sueño
más allá
del vacío que produces
cada vez que te vas

La chica del escaparate
Me conoce
la chica del escaparate
Le hablo con el pensamiento.
Responde
con una sonrisa sin arrugas.
El tiempo
a golpes de moda,
nos separa
tras un cristal.

Ella
Para encontrarme con ella
subo
Allí está,
tranquila,
 sosegada,
dejándose ver,
la contemplo.
Me acerco.
Me llega su fragancia.
Me habla,
me cuenta historias.
Nos abrazamos,
sigo mirándola.
Se introduce en mi pupila.
Toda la vieja y moderna ciudad
a mis pies.
Me alejo,
ella me acompaña.
Niño del uniforme azul
y mirada triste,
rompimos las escarchas
de las mañanas del invierno.
Entre cardos, campanillas y amapolas
atravesamos las primaveras.
Disfrutamos de incansables juegos
en las tardes de verano.
Siempre me esperaba.
Nada le dí a cambio,
al niño del uniforme azul
que cuidó de mí,
camino de la escuela.

En un rincón
Una mesita,
una butaca,
una lámpara,
unas gafas,
un periódico,
varios libros.
Una taza de café,
un papel
y una estilográfica.
En el papel,
una poesía 
llena de tachones.

Ausencia
Llena de fabulaciones
tu ausencia
Imagino que estás,
me abrazas,
te sonríes,
me besas,
Sobre todo
me abrazas.
No llamas.
Duele

Ciudad de destino
Penetro en la ciudad,
desconocida,
como si acudiera por primera vez.
El horizonte
se deshace con agonía
en la espesura de unos edificios
que dan la bienvenida
fríamente.
El sol
compite
con la luces de las farolas
que iluminan una lenta hilera de coches.
Las fábricas y el puerto
dejan atrás
horas de esfuerzo e ilusiones.
El aire
contamina
de extranjero.
El tiempo
anuncia que me acerco.
Fin del camino.
El taxi expulsa al abandono
de un destino
que nunca debió existir.

Paseo de los Tristes
Llego
con el cansancio del atardecer.
Envuelto en sonidos,
el río,
las guitarras,
el aire se perfuma
de galanes y jazmines.
Aún queda cerca
el recuerdo de su piel
y el adiós.
Cae la noche.

En la cara,
dos lunares
a cual más imprescindible.
Tus ojos,
de jalea.
Sin piedad se lanza
tu sonrisa
sobre mí.
Dos curvas,
delante del corazón,
la adolescencia llega.
Tus caderas,
acarician.
Mi imaginación,
tú.